La familia, como lugar en el que se da respuesta, en primera instancia, a las necesidades básicas de los menores, sigue siendo, a pesar de los cambios sociales y económicos de nuestro tiempo, un medio que ejerce un fuerte peso en el proceso educativo de los hijos e hijas. Para ello, la educación familiar cuenta con una serie de características y recursos que le siguen perteneciendo en exclusiva como la posibilidad de generar en primer término los sentimientos de pertenencia, seguridad y confianza en los niños y niñas o el establecimiento de las principales figuras de apego que promoverán en ellos y ellas el aprendizaje significativo y la formación de los valores.
Los niños y niñas para sentirse seguros necesitan saber qué es lo que se espera de ellos, necesitan tener claro hasta donde pueden llegar, lo que se les va a permitir hacer y lo que no. Su comportamiento no puede depender del estado de ánimo de sus padres. ¿Cómo nos sentiríamos los adultos si los guardias de tráfico nos pusieran multas a su antojo independientemente de lo adecuado o inadecuado de nuestra acción?
Si queremos facilitar en los niños y niñas el aprendizaje de determinados comportamientos que serán buenos para la convivencia tanto familiar como en la escuela, es importante que desde pequeños les trasmitamos lo que tienen que hacer, cómo hacerlo y que consecuencias acarrea el hacerlo o dejar de hacerlo. Para ello sirven las normas y los límites, para orientar a nuestros hijos en el modo de comportarse.
Por tanto, las normas y límites en la infancia:
- Nos dan seguridad, pues nos marcan hasta donde podemos llegar. Conociendo las normas los niños y niñas tendrán claro aquello que pueden o no pueden hacer.
- Nos enseñan conductas socialmente correctas (respetar el turno de palabra, respeto a las personas mayores y los compañeros…), aprendiendo a diferenciarlas de las que no lo son.
- Ayudan a los niños y niñas a controlar progresivamente su comportamiento, favoreciendo así su relación con los demás. Los niños y niñas que tienen claro cuáles son las normas y los límites a los que ceñirse, son capaces de funcionar con mayor independencia, serán por lo tanto más autónomos.
Sin embrago actualmente encontramos que en las familias a los padres y madres les cuesta mucho establecer límites educativos:
- Porque temen frustrar a los menores, “ya sufrirán cuando sean mayores”.
- Porque no saben o no quieren decir “NO”.
- Porque les preocupa ser considerados autoritarios.
- Porque creen que actúan con egoísmo si imponen normas que facilitan sus vidas como la hora de acostarse, las responsabilidades de la casa, el dejar que jueguen o estudien solos, etc.
- Porque tienden a compensar con mayor permisividad, la falta de tiempo para dedicarles.
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Artículo de Junio del 2017